Los centros comerciales podemos encontrar de todo y si eres un poco antisocial y odias la zombificación de la sociedad, seguramente te hayas encontrado con cosas como éstas.
1. Churumbeles asilvestrados
Todos hemos sido niños y hemos tenido nuestros momentos de dar guerra y machacar a nuestros padres en público. Lo que no es normal es que si antes podíamos jugar en la calle sin que nos pasara nada, ahora los padres aprovechen el sábado por la tarde para soltar los críos a hacer el cabestro (algo que en la calle se hace mucho mejor) mientras están de compras o tomándose un cacharro en la típica zona de restauraciónque hay en cualquier centro. Que los críos se aburren, copón. Y no pasa nada por decirles que están molestando a la gente, que también hay que educarles.
2. Progenitores zombies
El complemento perfecto a lo anterior. No responden a estímulos. Han perdido normalmente el sentido de la vista y el del oído, de tal manera que ni ven ni oyen lo que sucede a su alrededor, especialmente a sus críos que están dando la coña por la tienda que corresponda moviendo y descolocando todo. Suelen desarrollar además dos superpoderes muy épicos: no pedir las cosas por favor ni aunque les maten y colarse en cualquier cola porque suelen tener más prisa que nadie.
3. La Central del Sonido
Entrar en algunas tiendas y pensar que estás en la Space con Carl Cox a los platos. Esto es lo que puede pasarte. Un mínimo de 100 decibelios de música house, techno y similares para que hagas tus compras como si estuvieras en galeras: ver, probar (o no), pagar y largarte. Que ocupas espacio y aire respirable.
4. Esa gente que te atiende que lleva sin cagar meses
Vale que los sueldos son una mierda y que además toca aguantar la música, esos progenitores zombies, gente que te da la coña, gente sin escrúpulos y desagradable que te toca las partes pudendas y mil cosas más, pero ya que el trabajo no es precisamente el mejor del mundo, hacerlo con una sonrisa no cuesta nada. Es más, no sólo no cuesta, sino que además es hasta mejor y más agradable. Eso por no contar con la gente que se piensa que por trabajar en una cadena de lo que sea tiene un halo de superioridad que hace que tengaSangre Real corriendo por sus venas.
5. Aparcar en la misma puerta para usar las piernas lo menos posible
Si vais con vuestro coche es normal ver al típico que prefiere gastar combustible en un espacio cerrado de manera ineficiente dando vueltas como una peonza alrededor de un espacio de unos 50 metros alrededor de uno de los accesos del Centro Comercial. ¿Qué razón lleva a ese ser humano a querer aparcar en el sitio en el que normalmente aparca la masa laboral del centro porque llegan antes que nadie? ¿No andar? ¿Para qué quiere las piernas?
6. Las zonas de paso excesivamente estrechas
Si el centro tiene varias plantas, lo habitual es que en las superiores haya gigantescos espacios vacíos para poder mirar a la gente que está debajo (también valen para poner escaleras o rampas mecánicas), pero ¿y lo bonita que queda queda plaza interior? La tendencia es dejar el espacio necesario para poder arrimar cebolleta sin ningún tipo de problema o para que llevar un carrito sea un infierno (salvo que seas un progenitor zombie, en cuyo caso llevar el carrito es una excusa para dar por el culo parándote e imposibilitar el tráfico mientras le quitas los mocos al churumbel). Si no quieren que estemos dentro de las tiendas, ¿por qué no hacen zonas de paso más amplias para ir de tienda a tienda?
7. La iluminación de prácticamente cualquier lado
Supongo que os habrá pasado que os habéis comprado esos pantalones negros que habías visto y que cuando llegas a casa son azules oscuros. O esa chaqueta amarilla que luego es ocre. Entre la luz directa, la indirecta, los focos, algunas iluminaciones de discoteca con luz negra… Faltan los reservados con poca luz, pero vamos, que todo se andará.
8. Vas a comprar unas naranjas y…
Acabas entrando en todas las tiendas del centro y te vas sin las naranjas. Muy épico. Con la capacidad de concentración que tenemos algunos (inferior a la de un pez) lo que nos faltaba es que nos liaran con estímulos.
9. Que están a tomar por el culo
Realmente para los que no tenemos coche es una putada cuando necesitas algo específico (por ejemplo una oferta o comprar en Ikea), pero es que están donde Cristo dio las tres voces. Y el problema no es tanto ése, como el hecho de que los centros de las ciudades se vacían de actividad. Dios me libre de defender al comercio tradicional porque también tiene de lo suyo criticable y mucho, pero parad a pensar una cosa: ¿realmente mola ir a una franquicia de restauración que te van a poner comida prefabricada en lugar del típico y clásico bar de tu ciudad, de barrio o en el centro, en el que te van a conocer y tratar igual de mal o peor pero más barato? ¿Comprar lo mismo que tienen en la tienda que tienes debajo de casa en la que nunca reparas más barato pero porque hay más lucecitas y mármol?
10. Son más feos que pegar a un padre con un calcetín sudado
No es que los haga precisamente el arquitecto con más gusto de la historia. Y si se intentan hacer bonitos (sea lo que sea eso), como alguno que hay en Madrid con cúpulas y mierdas doradas por todos los lados, quedan horribles por fuera y por dentro. A mí cada vez más me recuerdan a naves para ganado. Y eso sin hablar del típico quiero y no puedo de montar todo con mármoles y materiales nobles. En fin.
11. Se han convertido en centros cívicos (incívicos, por supuesto)
Al final acaban dinamizando el barrio si es que están integrados de alguna manera en la ciudad, porque la gente va dando un paseo hasta allá y se sienta en los bancos a echar la parlada, especialmente en invierno. Pero igual molaría más que hubiera espacios públicos (o se publicitara más su existencia) en los que poder ir a la biblioteca, hacer actividades de lo que fuera y mil cosas más. Aún me acuerdo cuando el centro cívico de mi barrio era un punto de encuentro; hoy es la nada :’(
12. Nos están convirtiendo en Mallrats
¿No sabéis qué es un Mallrat? Pues una rata de centro comercial, alguien cuya vida gira en torno a un espacio en el que hacer de todo sin salir de allí pero no hacer nada en absoluto. Pero eso Kevin Smith lo describe mucho mejor en la película con el mismo título. Hala, echad un vistazo al trailer y que os regalen una palma fétida